Esposas
En el prólogo al libro IV de su “Paideia”, Jaeger tiene unas emotivas palabras de agradecimiento para su esposa y dactilógrafa, tanto de este como de los tres volúmenes anteriores: «Quiero aprovechar esta oportunidad para dejar testimonio del profundo agradecimiento que debo a mi esposa por lo mucho que ha contribuido a preparar mi libro para su publicación, con una paciencia y una perseverancia incansables». Me paro en seco antes de pasar la página y recuerdo el “Diario” de Ionesco, donde dedica algunos pasajes a su esposa: «¡Rodica, tan valiente, tan viejecita! Toda impaciencia de mi parte es un crimen para con ella. A mediodía me ha dicho: “Tú puedes no estar alegre, pero, al menos, dirígeme la palabra”. Ella cree que mi silencio es indiferencia». Entonces me he acordado de este mismo medio día, el mío, el nuestro; mientras almorzábamos, ella me ha preguntado si voy a ir a votar en las próximas elecciones. Le he respondido con la misma pregunta y, tras su respuesta, le he vuelto a responder: «No lo tenía pensado, pero votaré a quien tú votes».
Jesús de la Palma
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