Escribir sobre cualquier cosa

Alguien como yo podría escribir sobre cualquier cosa. Me refiero a los lugares y sentimientos en común. De gatos, por ejemplo. De los gatos de la casa del final de la calle o de los de la casa abandonada que está cerca de donde vivió mi padre cuando era niño. ¿Quién me iba a decir que terminaría viviendo tan cerca de donde él creció? Más aún, su nieto, que se llama igual, y tiene su misma barbilla partida, al igual que yo, también pasará su infancia en el mismo lugar. Mi padre se iba andando hasta la calle Pavaneras, donde estaba la Escuela de Maestría Industrial, para ahorrarse los dos reales que le costaba el tranvía. Un buen trecho. El mismo trecho que hace a diario una mujer de edad madura que se viste con colores llamativos, con una sofisticación de impacto, y que tiene a toda la población atenta. Hasta se habla de ella en los grupos de Facebook de la zona. Todos nos preguntamos quién será. Yo me la he cruzado de cerca y es divina. Puedo escribir sobre cualquier cosa con tal de escapar del mundo. Como el que ve una serie de televisión o hace un crucigrama o juega a Candy Crush (esto último me suena, pero no sé bien lo que es). Ayer mismo hablaba con M. Di por hecho que conocía a Mickey Rourke, pero a partir de diez años, aunque tímidamente, ya se aprecia un “salto generacional”. No conocía “Nueve semanas y media”. La cuestión era el declive físico y emocional del actor, paradigma de la ideología consumista y estética que más se asemeja a una tiranía. Nos preguntábamos cómo íbamos a hacer para alejar a nuestros hijos de una influencia tan nefasta. Hablando de gatos, que es una de las cuestiones que más me interesan en este mundo, a M. le ha aparecido uno en el patio durante estos días. Le hizo una foto y la puso en el grupo de guásap de la familia, por si alguien lo quería adoptar. Me queda la familia, la lectura y la escritura; también el amor por los animales en general y por los gatos en particular. He renunciado a la idea comprender el funcionamiento del mundo. Por cada respuesta, dos nuevas preguntas. Me veo como un eterno estudiante, que siempre se pregunta, que sigue aprendiendo, que contempla la vida con una mezcla de estupor y fascinación.

Jesús de la Palma 

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