Sala de máquinas

Uno va aprendiendo el funcionamiento del mundo, se decide a visitar la sala de máquinas; baja un escalón tras otro, cada vez más abajo, y así hasta que llega al último y ve todo el entramado y sale disparado escaleras hacia arriba, y entonces se dedica a otra cosa, que tiene que ver más con el aislamiento, el silencio y la moderación. Vuelve a bajar entonces cada uno de los días de su vida desde aquella primera vez, y en cada ocasión avanza un poco más que en las anteriores, y cada día sube más ensimismado, y una vez arriba más se aísla y se modera. 

De este modo entiendo yo la lectura.

Irene Vallejo, al final del capítulo 47 de “El universo en un junco”, escribe: «En cierto sentido, los lectores llevamos dentro íntimas bibliotecas clandestinas de palabras que nos han dejado huella».

Jesús de la Palma 

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