Llueve en Granada

Mayo, finales de mayo, pegando a junio.

Llueve en Granada. Llueve a cántaros. Lleva días lloviendo a raudales. Como agua de mayo. El agua siempre llega a Granada, y, si no, ¿qué se le va a hacer? 

En Fuerteventura, donde resido largas temporadas, no llueve nunca, no llueve nada; apenas unas gotas de barro de cuando en cuando. 

Nunca me han preocupado los períodos de sequía. Soy un hombre de ciudad y no entiendo de las cosas del campo; en realidad no entiendo de nada, pero de las cosas del campo estoy absolutamente desentendido. Soy un urbanita. Desde que nací, he vivido media vida en la calle Zacatín, a veinte metros de Gran Vía. De ahí a la cárcel, y luego, al manicomio. Que no, que es broma; o no. ¿Acaso la sociedad no es una cárcel y un manicomio? Pues eso. 

¿Qué se yo de nada?

Sigue lloviendo. Llueve a cántaros, como les gusta que llueva a los que se lamentan porque no llueve cuando las lluvias se hacen de rogar.

Nunca me he quejado porque no lloviera; de hecho, cuando era joven y me desplazaba siempre en moto, porque no tenía coche, y también cuando trabajaba encima de una moto, deseaba que no lloviera nunca. Hoy me da lo mismo, que llueva o que no. Claro, prefiero que llueva, lo de antes ha sido una trampa narrativa, un vacile; pero, ahora sí, si no llueve, ¿qué puedo hacer yo, rezar una plegaria? Nada. Pues eso, que no puedo hacer nada. ¿Para qué me voy a quejar, entonces?

Sigue lloviendo...

A mí me preocupa más que siempre sean los mismos los que se salen con la suya; siempre los mismos potentados, los mismos apellidos perpetuando un sistema fundamentado en la estafa piramidal. Me preocupa la precariedad laboral, el desempleo, la imposibilidad de acceso a la vivienda. Me preocupa la manipulación de los medios de desinformación, la lacra que supone la casta política. 

No me preocupa la lluvia.

Sigue lloviendo en Granada.

Como agua de mayo.

Jesús de la Palma 

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