A mi edad

He terminado de leer “Hamlet y Don Quijote”, de Iván Turguenev. En la portadilla he anotado lo de siempre; fecha de finalización de la lectura, y, además, que hoy es el primer cumplemés de Manuel Abril, mi hijo; esto último con la esperanza de que un día lo abra y encuentre mi letra manuscrita.

Después he leído unas cuantas paginas de la “Paideia” de Jaeger: Safo y Solón.

He estado en la biblioteca y he hojeado unas páginas de un manual de historia de España.

Enfrente de mí, dos chicas adolescentes. Los adolescentes siempre se ríen cuando un teléfono suena en la sala de estudio. A un señor de atrás se le ha activado sin querer el audio de un vídeo y las dos no han parado de reírse durante un buen rato. Estudiaban matemáticas.

A mi edad me cuesta poco sacar a relucir la sonrisa; otra cuestión es la risa. No recuerdo cuando fue la última vez que reí. Tampoco lo echo de menos, me fui alejando de la risa, de la carcajada, paulatinamente, hasta dejarla arrumbada en la última percha del armario, cogiendo polvo. 

No soy un hombre serio, aunque me guste aparentarlo; solo estoy cansado, tengo el cansancio adecuado a lo que creo que corresponde a mi edad, carácter y vivencias. Estar cansado no es algo malo, al contrario, te libera de cometer infinidad de estupideces; para mí es una liberación.

Jesús de la Palma 



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