Monologo interior

El monólogo interior, que no cesa. Nunca le he preguntado a otro cuál es su caso. Sí he leído testimonios hermanos. Ahora pensaba en un poeta (“¿maldito?") recientemente fallecido. Tuvo tiempo de pronunciarse. Realizó unas últimas entrevistas y dejó testimonio de sus impresiones. ¿Cómo era su nombre? De veras que no logro acordarme. Tampoco he leído sus libros, supongo que algún poema por las redes sociales. Pensaba en él contemplando la posibilidad opuesta: el silencio. ¿Qué decir ya...? Pronunciarse a la desesperada sin tener verdaderamente nada que decir. ¿Y qué hago yo de continuo? Por eso mismo, guardar silencio llegado el caso. Es imposible volver atrás. El anhelo de no haberme pronunciado antes. Desde la primera palabra todo lo que viene es un afán por enmendar lo dicho anteriormente. Morir virgen de palabra, inmaculado de obra, condenado por omisión. Nadie escapa libre de culpa al acontecimiento esencial. Todo está perdido de antemano. Solo queda el perdón de Dios.

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