Obey

C. me anima a que escriba sobre ello. «Para tu diario», insiste. Me quiere y sabe que escribir me hace bien. «¡No sabes lo que me acaba de pasar¡», fue lo primero que me dijo, nada más entrar en la cafetería y sentarse en la mesa donde la esperaba. Se había parado un instante en el escaparate de una inmobiliaria, y un hombre de mediana edad; pelo cano, coleta, fumador, le espetó parsimoniosamente: «Eres una zombi de la sociedad». 

Jesús de la Palma 

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