Mansedumbre

El papel preponderante de los gobiernos parece ser la ideologización de las sociedades, su adiestración para la mansedumbre. De esto tenemos un cercano ejemplo durante el encierro de 2020, cuando se impulsaron las iniciativas de los balcones: aplausos y proclamas como “resistiré” o “todo saldrá bien”. Tres años después comprobamos que muchos no resistieron el envite económico y que las cosas han salido peor que mal en todos los sentidos: la cesta de la compra es inasumible para la mayoría de las familias, el acceso a la vivienda se ha convertido en materia utópica; la acumulación de riqueza por parte de los bancos, las eléctricas y las grandes multinacionales; el fantasma de la guerra que planea sobre nuestras cabezas. Ya en el XIX, como exponente de una pésima literatura para el pueblo, Giovanni Prati cantaba en una balada: «Entre nuestras esposas y los niños / trabajamos cantando; quien posee tesoros, el sueño pierde, / quien posee intelecto, su corazón consume». Una literatura que, como aquellas proclamas de 2020, invita a perdonar a quienes nos desprecian y oprimen, y falsea la realidad y cree poder exorcizar con la poesía la revolución social.

Jesús de la Palma 

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