Finitud

He agotado pronto a Juan Manuel de Prada, al menos en su faceta de conferenciante y entrevistado. Lo cual no quiere decir que no dé más de sí. Sí creo que debo aclarar que, a mí pesar, se me ha gastado el interés demasiado pronto, al menos antes de lo que esperaba. Me queda el De Prada articulista, al que no tengo prisa por conocer, pero por el que subsiste aún cierto interés. 

Las personas se agotan; nos agotamos para los otros, que van y vienen. Yo mismo, escritor de redes y blogs, sea eso lo que fuere, lo percibo en quienes me leen, que también van y vienen, o, simplemente, se van. La explicación, creo, es bien sencilla: somos finitos y de recursos muy limitados.

 Ningún lector se adscribe a un solo escritor; se los lee y, en el mejor de los casos se vuelve a ellos con el tiempo; quizá nos acompañen en el recuerdo, pero nunca vamos con ellos de la mano, eso sería fanatismo o idolatría, lo cual no lo creo saludable para ninguna de las partes. 

En una entrevista que veía anoche a De Prada, su interlocutor hacía referencia a Jordan Peterson, del que, en mi caso particular, únicamente conocía la existencia. Lo que dijo de él, no obstante, captó muy profundamente mi atención: Peterson se obliga a creer, lo cual se percibe en la evolución de sus entrevistas, esto es que, aun sin terminar de creer, actúa como creyente.

Lejos de la postura de De Prada, quien afirmaba que la fe es un don divino otorgado por Dios, me sentí reflejado en la actitud de Peterson.

Jesús de la Palma 

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