Oráculo

Unas zapatillas de la marca Balenciaga valen poco menos que un sueldo mínimo en España. Es, en conclusión, una marca para ricos. En la sección de sugerencias, Instagram me muestra la publicación de una supuesta colaboración de Apple con Balenciaga. Un teléfono con el logotipo de la marca de ropa en la parte de atrás. La principal particularidad de la supuesta colaboración, al menos a simple vista, es que el cristal del teléfono viene agrietado de serie. Algo así como llevar los vaqueros rotos, pero ahora con la tecnología. Motivado por la curiosidad, entro en el perfil de Instagram de Balenciaga: algo más de catorce millones de seguidores, no sigue a nadie y no tiene historias diarias ni publicaciones. El único contenido que muestra son unas pocas historias fijadas de contenido altruista y reivindicativo: puedes comprar una camiseta con su logotipo y una bandera de Ucrania para ayudar al país en guerra por doscientos cincuenta euros, o puedes firmar una petición para ayudar a las mujeres iraníes y otra en favor de los derechos del colectivo LGTBI. La página se erige, de este modo, en una suerte de oráculo donde una multitud deseosa de respuestas así como anhelante de una identidad que adquirir, espera el nuevo movimiento, la nueva iniciativa de la marca. Me pregunto cuántos de los más de catorce millones de seguidores serán pobres y ateos.

Jesús de la Palma 

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