Occidente

Uno de los síntomas del declive de Occidente, y aquí ya me voy a aventurar mucho, ampliando quizá de más las miras, elevando demasiado el juicio, pues si soy es un trotaaceras que apenas ve la tele y lee un poquito de cada cosa; como digo, uno de los síntomas del declive de Occidente, y que nadie me tome demasiado en serio, ojo, casi que mejor a broma y que nos riamos juntos, no vaya a suceder que me equivoque por meterme en camisas de once varas por decir de lo que no entiendo; como digo, ahora sí, uno de los síntomas del declive de Occidente es el humor ramplón que recorre, desde una parrilla televisiva (y esto lo sé por el zapin de antes del telediario) atiborrada de concursantes disfrazados y alborotados hasta el paroxismo, los cuales responden a preguntas ridículas que salen de una ruleta que los mismos hacen girar con toda la energía que no han malgastado en pensar(se), hasta las reuniones de familia y amigos, pasando por los entornos laborales y recalando en los bares y discotecas y en los círculos de gamers y youtubers. El humor huero, la risa fácil, ya sea aviesa o inofensiva, es el mal de nuestra civilización. Nos tomamos todo a broma mientras quienes manejan nuestras vidas nos toman a broma, y así nos va. Ni rastro de un humor que denote un mínimo de gravedad e inteligencia, al contrario, se premia la sobreactuación y la excentricidad; ni por asomo esperemos un humor medido y sosegado que aspire a dar en la diana.

Jesús de la Palma 

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