Los renglones torcidos de Dios
Cuando se quiere, como es mi caso, dejar constancia de lo cotidiano por escrito, es que no se puede dejarla de otro modo. Soy consciente entonces de que tengo una tara, no importa si congénita o adquirida. Cuando se está por debajo de la medida lo que importa son las consecuencias. ¿A quién le preocupa el porqué de las llamas mientras arde? Preocupa el dolor que las mismas infligen. Escribir la vida es vivirla al margen. No se puede vivir y observar. Se decide: vivir u observar. Vivir una vida apartada es el sino del diarista, del que piensa el momento, más que lo vive. Escribir la vida es otra forma de vivirla.
Hoy vamos al cine. Estábamos dudando sobre si ver "En los márgenes". Finalmente hemos decidido ir a ver "Los renglones torcidos de Dios".
Esta mañana le he dicho que la otra me deprimía. Ya no tengo fuerza para cambiar el mundo. Me quedo con los casos imposibles. Lo que no tiene solución entra en el terreno de la fantasía.
Me ha preguntado si había leído el libro, y le he dicho que podía ser que sí, pero que no estaba seguro.
Hace unos veinte años me lo dejó mi amigo Jesús. Era esquizofrénico, y cuando me lo dio me dijo que lo había escrito él. Hace algunos años que desapareció de mi vida. Él lo quiso así. Fue mi mejor amigo, el más noble de todos. La locura es cosa seria. Hoy, mientras esté viendo la película, me acordaré de él.
Jesús de la Palma
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