Letra pequeña

La vida tiene tanta letra pequeña como el contrato de una hipoteca fraudulenta. Es un milagro salir, ya no airoso, sino con vida de la vida. Nunca he deseado no haber nacido. Otra cuestión es haber deseado desaparecer. De chico, con cinco años, le pedí al Señor que me llevara con Él. A la vista está que no me hizo caso. Lo he maldecido desde entonces en no pocas ocasiones, aunque llevo tiempo sin mentarlo. Ahora quiero reencontrarme con Él, pero siento que es tarde. El tiempo no pasa en balde, y el poso de la experiencia es un lastre que cierra el paso al entusiasmo. No me imagino a un hombre de mi edad entusiasmado; no quisiera conocerlo. Todo este tiempo ha sido suficiente revisar el contrato de marras con detenimiento, y la conclusión es definitiva: me han tangado. La vida no vale nada, y menos entre los hombres. Pero es precisamente frente a estos cuando hay que demostrar lo contrario. Es cuestión de empecinamiento. Cualquier argumento en favor de la vida tiene la doble faz de la locura. Mostrarse a favor de la vida quiere decir, en todo caso, ponerle rostro al enemigo. Por la vida luchamos, y necesariamente siempre se lucha contra alguien. El amor es un oasis. También se puede luchar contra Dios, pero es mejor olvidarlo o estar de su lado.

Jesús de la Palma 

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