El mundo chino

Uno está aquí para aprender. Al mundo se viene a aprender. Aunque finalmente nos marchamos del mismo desnudos de conocimiento, sabiendo que nunca alcanzaremos el estatus de sabios. Leyendo "El mundo chino", de Jacques Gernet, aprendo que el primer sismógrafo data del año 132. Fue inventado por Zhang Heng. Un dato que apunta más allá de la mera curiosidad, pues evidencia la riqueza de la cultura china, así como su ancestralidad. Hoy he estado con Ye y hemos centrado la charla en la cultura y costumbres chinas y en la situación actual del país. Me decía, mientras la escuchaba perplejo, que han implementado un sistema de puntos que evalúa la conducta de cada ciudadano, y que están valorando la desaparición del dinero en efectivo para convertirlo, asimismo, en un sistema de puntos, con el problema añadido de que los puntos no servirían fuera del país. Ha hecho alusión a las rectricciones de movilidad durante la pandemia, que, bajo mi punto de vista, rozaban lo escalofriante. No tienen acceso a plataformas como Youtube y viven en un régimen propagandístico cuyo cuestionamiento está duramente castigado. Me ha hablado de la Gran hambruna china y me ha dicho que hay muchos mayores que están satisfechos con el régimen actual. Volviendo a la lectura que me ocupa, se puede decir que en la historia de China se ven reflejados todos los impulsos de la cultura occidental, a saber: búsqueda de respuestas, conquistas, opresión de las élites sobre el pueblo. La historia humana, con las particularidades de cada pueblo, es universal. En "El libro negro", Giovanni Papini escribía recién comenzada la segunda mitad del siglo XX, que llegaría un día en que China gobernaría el mundo. Finalmente, ese momento llegó en 2020.

Jesús de la Palma 

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