Mala conciencia

Los periodistas o entrevistadores hacen su trabajo, que no es ni más ni menos, de ordinario, que poner en un brete al entrevistado para que este les dé un titular. A no ser que la entrevista trate un tema específico, relacionado con un interés pedagógico o sapiencial, normalmente el entrevistador suele ser un ave de rapiña. 

Hace unos días vi el fragmento de la entrevista a un rapero y hombre de negocios millonario, curtido en el mundo del espectáculo. El entrevistador le preguntó su opinión acerca de los rumores sobre sus supuestas malas prácticas, a lo que el rapero y empresario respondió muy serenamente: «I don't give a fuck (me importa un pijo)». 

Aquello me dio mucho que pensar, y reflexioné sobre lo mucho que me he castigado a lo largo de mi vida pensando en lo que unos y otros podrían pensar de mí. 

Es obvio que aquella lapidaria respuesta del rapero millonario de marras es pura pose, pues a todos nos afecta lo que opinen de nosotros, pero también es cierto que la suya es la actitud a adoptar a ese respecto.

Tras terminar una lectura de Heidegger, comienzo un libro de Joan-Carles Mèlich, "Lógica de la crueldad", donde nos dice: «Hay que aprender a no sentir vergüenza, es necesario que uno aprenda a no sentirse culpable, a no descubrirse solidificado en su propio yo». Entonces nos remite a Sade, y prosigue: «Esto es lo que nos enseña Sade, lo que hay que educar no es la compasión sino la crueldad, lo que hay que firmar es una lógica de la crueldad que bloquee la compasión para evitar así la mala conciencia, la culpa y la vergüenza».

Jesús de la Palma 

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