Paremos esto
Estoy totalmente a favor de hablar del suicidio. Platón, por ejemplo, pensaba que la educación que difundían las representaciones trágicas era reprobable y destructora de una ciudad ideal; por eso debía ser censurada. Creía que los espectadores tendían a imitar lo negativo. Para Aristóteles, sin embargo, esto no era así, pues pensaba, mediante su teoría de la kátharsis, que la tragedia posee la facultad de redimir al espectador de sus propias bajas pasiones. Dicho esto, cabe aclarar que ambos condenaban el suicidio; Aristóteles, más si cabe. Pero una cosa es suicidarse y otra muy diferente abordar con honestidad y entereza la cuestión del suicidio. El motivo de esta breve introducción es que Instagram me ha sugerido una página que siguen varias páginas de filosofía, a las que yo sigo a su vez. Se llama stopsuicidios, y por lo que he visto, la gestiona un chico joven, víctima del suicidio de su madre. En uno de los vídeos deja claro que él no es psicólogo ni tiene competencias para ayudar a los afectados, más allá de dar visibilidad a una problemática que nos arrebata once vidas al día a los españoles. Porque este es un problema de todos, y si pierde uno, perdemos todos; o al menos así es como deberíamos sentirlo. Me he suscrito a la página porque su motivación es noble y altruista. A la campaña de stopsuicidios se han sumado algunos personajes públicos, prestando su imagen y dando su opinión de viva voz. Del suicidio hay que hablar, desde luego, pero lo que no ha terminado de convencerme es que todas las críticas o peticiones están enfocadas a solicitar más recursos para la sanidad pública, como psicólogos o psiquiatras. También se incide mucho en que las ideas suicidas hay que exteriorizarlas. El problema, no obstante, que le encuentro a esta iniciativa tan loable y necesaria, es que no habla de las condiciones materiales; del entorno, y deja todo el peso de la responsabilidad sobre el individuo. Y es que si once personas se suicidan al día en España, y esto es lo que más se recalca en los mensajes reivindicativos de la página, quizá, más que psicólogos o psiquiatras, lo que la sociedad necesita, aparte de hablar abiertamente de ello, por supuesto, son unas condiciones de vida dignas, donde las personas sientan que pueden tener y desarrollar un proyecto de vida, porque cuando pedimos más efectivos para el departamento de salud mental, no estamos sino responsabilizando a la víctima; culpándola, si se quiere, de unas condiciones socioeconómicas que le vienen dadas, impuestas, y que por lo tanto, la determinan; además de alimentar al monstruo; en este caso, la despiadada maquinaria capitalista, que hace que la vida se torne cada día más insoportable.
Jesús de la Palma
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