Estado de Bienestar

Hemos pasado fuera el fin de semana. Aquí hay una colonia de gatos controlada. Yo me he hecho amigo de tres: uno canela, otro negro y otro blanco y negro; muy gracioso, con calcetines. Me gustan tanto los gatos que para coger el sueño siempre me imagino que tengo uno al que acariciar o que me arrulle con sus patitas mientras ronronea. Dios puso a los gatos en el mundo para que sirvieran a los hombres, y a los hombres, para que adoraran a los gatos. Aparte del amor, un gato es lo que más me acerca a la felicidad. 

Anoche dieron en La 2 un programa sobre la felicidad, titulado "Construyendo felicidad". Pusieron como ejemplo un país, Dinamarca, donde el Estado de Bienestar funciona, es una realidad. El clima no los acompaña, pero los ciudadanos cubren esa carencia con unos vínculos emocionales sólidos, amparados por un fuerte sentimiento de comunidad. No existe una acusada diferencia de clases y más que las leyes, es el sentido del honor, la propia palabra, el compromiso, lo que prevalece. «Si alguien te da su palabra, sabes que la cumplirá, y si se te olvida la cartera o el teléfono en un establecimiento público, sabes que cuando vuelvas lo encontrarás en su sitio, intacto», sentenciaba un entrevistado. 

A lo largo de la emisión, se intercalaban imágenes de los Estados Unidos como ejemplo de contrapartida, donde todo es gestionado por el ámbito privado. 

Dinamarca es un ejemplo ante el mundo de que es posible desafiar al capitalismo y crear comunidad. Adela Cortina tiene un libro muy interesante al respecto: "Ética cosmopolita". 

Los entrevistados eran muy comedidos con sus declaraciones, pero uno de ellos comparó Grecia con el sur de España, y puso a ambos territorios como paradigma de la mala gestión.

En otra parte del documental fue conmovedor escuchar a otro entrevistado decir que a los niños se les enseña a confiar en los demás, cuando aquí, en España, sin ir más lejos, lo primero que se le enseña a un niño es que desconfíe de todo y de todos.

No creo que Dinamarca sea un paraíso, ni que un documental de cincuenta minutos refleje la realidad desnuda del país, pero es innegable que como comunidad están infinitamente más avanzados  el resto del mundo y que han conseguido dar sentido y honrar el término "Estado de Bienestar".

En cuanto a mí, si me gustan tanto los gatos, quizá sea en parte porque busco en ellos un refugio frente a la corrupción, la falacia y la picaresca, tan características en un impostado Estado de Bienestar.

Jesús de la Palma



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