Domingo

De no haber leído a Cioran no se me hubiera ocurrido decir que los domingos son una ciénaga de sopor, y que no hay más alternativa para salvarlos que la idea de Dios. El domingo es un día viejo, propicio tanto para la reflexión como para la muerte. El domingo es un día para pensar y para morir. Durante la semana estamos demasiado atareados para ambas cosas. Nadie muere ni piensa un lunes. De lunes a viernes, también el sábado, impera la vida, que solapa a la muerte. Una muerte en domingo cuenta por dos. Dios creó el domingo para el descanso, que es la dulce muerte de un espíritu que revive.

Jesús de la Palma

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