Apocalipsis

Yo no sé nada de ciencia, ni siquiera de la filosófica; ahí a lo más soy un turista que pasea y observa, que está y no está. De las otras ciencias apenas sé que existen, nada más. Lo cual también es aplicable a las ciencias medioambientales. Hoy escribe Fernando Sabater una columna sobre el cambio climático, y compara las temperaturas de cuando nació, hace más de setenta años, con las de hoy, que son las mismas. Cuando yo era chico no existía el debate del cambio climático; Félix Rodríguez de la Fuente denunciaba la cultura de la basura, de los desperdicios. Algo a lo que hoy se le saca bastante partido, mientras que nadie parece escandalizarse por la precariedad, la pobreza extrema, la falta de acceso a la vivienda, la oleada diaria de suicidios y el enriquecimiento cada vez más obsceno de unos pocos. Cuando yo era chico, más que al cambio climático, las familias temían que el hijo les saliera maricón o la niña puta. Esas eran las deblacles de entonces. A cada generación se le dirige desde las altas esferas el miedo hacia un punto concreto. Cada generación tiene sus propios miedos prefabricados. Esto para que no piensen en reivindicar los derechos que les corresponden. El pensamiento de la masa es un pensamiento guiado; hoy, si se quiere, teledirigido. A cada generación le corresponde su propio apocalipsis guionizado, que solapa la silueta del verdadero.

Jesús de la Palma

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