"Amor"
Siempre me han gustado las escenas de casa.
"Amor", la película, transcurre entre cuatro paredes, porque el amor verdadero no necesita artificios.
En la vejez no se espera a nada ni a nadie. En la vejez se quiere hablar y no se puede; se quiere vivir y no se puede, se quiere morir y no se puede. La vejez ni siquiera es amable en la riqueza. En la vejez, el tiempo ha pasado y nos ha superado. En la vejez, se ocupa el espacio, pero se trasciende el tiempo.
"Amor" es una película lenta e incómoda; honesta y valiente; gris y lluviosa; descarnada. Necesaria. ¡Sutil hasta el espasmo!
Cuando Anne, la coprotagonista, le insinúa a Georges, su marido, que «no hay por qué seguir viviendo esto», en alusión a la enfermedad y la vejez, he pensado en la historia de André Gorz y su esposa Dorine, y en "la más bella carta de amor jamás redactada", que está editada bajo el título "Carta a D.: Una historia de amor", y comienza así: «Acabas de cumplir ochenta y dos años. Has encogido seis centímetros, no pesas más de cuarenta y cinco kilos y sigues siendo bella, elegante y deseable».
Jesús de la Palma
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