Gremios

Qué cosa, los gremios. Algo grande.
 Anoche dieron en La Uno un coloquio sobre prostitución. Todo mujeres, también una representante del gremio. Hablaban de abuso, de trata y de puteros. Así los llamaban. Hasta emitieron el testimonio de uno. A cara descubierta.

Después del coloquio vi un rato Instagram antes de irme a dormir, y un "filósofo, docente e investigador", así se define en su perfil, batallaba con otro en sus historias, y lo descalificaba haciendo alusión a su titulación: "Para considerarte colega mío, primero sácate el título". Esto tras haberlo bloqueado.

También vi el perfil de un modelo barcelonés, que a sus cincuenta años se conserva estupendamente y se viste bien y rememora viejos tiempos con la patineta y los pinballs, y lleva chaquetas y camisetas vintage y le cose parches a la ropa y usa sombreros de ala plana con plumas y siempre está rodeado de chicas guapas, casi siempre rubias y más jóvenes que él. Porque los guapos también son un gremio.

"No hacemos más que mentir y darnos importancia", decía Unamuno. Los mentirosos y los envanecidos también constituyen un gremio, el gremio general del género humano, donde cabemos todos.

Yo nunca he pertenecido a un gremio, a no ser al de marras, o si lo he hecho, no lo he sentido así. Siempre he sido un solitario, uno que anda solo; el que anda "mucho" solo. Solo, un solo, es el que "siempre" anda solo. El solitario es el melancólico que se da importancia a través de su soledad. El solo es el que adolece de soledad y emite alaridos simbólicos con el propósito de captar la atención de un alma hermana. 

Gremios, qué cosa, los gremios. Algo grande.

Jesús de la Palma



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