Vida en sueño

A mí me gustan las mujeres que andan con los pies para dentro, por eso cuando era joven y una tarde vi a la chica que me gustaba, y se la enseñé a mi madre, me dijo que andaba como un pingüino. 

A mí ahora me gustan las mujeres que caminan con los pies para dentro de lejos, y solo de lejos, porque a mí quien verdaderamente me gusta es mi mujer, que también anda con los pies para dentro. 

Recuerdo que en una de nuestras primeras citas fuimos a bailar a la sala Aliatar, y cuando le cedí el paso para que subiera las escaleras me fijé en sus pies, con los que andaba para dentro, y me dije que sí, que vaya maravilla de mujer, que menudo espectáculo; tanto o más sensual que el de la Regenta de Clarín con los pies descalzos en santa procesión; me dije, en fin, que aquello era vida en sueño. 

Cuando veo a las mujeres que caminan con los pies para dentro me imagino a Aglaja Veteranyi escribiendo sobre las mujeres que andan con los pies para dentro, y diciendo de ellas que si andan con los pies para dentro es porque tienen el instinto maternal muy arraigado, porque si se quedan embarazadas, al andar con los pies para dentro, evitan que el niño salga antes de tiempo.

Jesús de la Palma

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