Michael K. Williams

Me gustaba el rap de los noventa porque aún estaba por llegar a la gran escena, y eso le otorgaba un aura de misterio que se me hacía irresistible. Recuerdo perder horas de sueño para ver Rap City en BET, gracias a la televisión por cable. Dentro de aquel movimiento, surgió a escena lo que se llegó a denominar como "Gansta rap", que reivindicaba el violento estilo de vida que se daba entre la juventud de los suburbios neoyorquinos. Siempre, desde chico, quise saber qué se llevaba a cabo en las cárceles y en los manicomios; no sabía por qué, pero intuía que se me ocultaba algo; la vida en la superficie y su teatro de segunda siempre me hicieron sospechar, y me interesaba llegar al fondo de la cuestión, a lo que me ayudaron, cómo no, entre otros, Celine, Artaud, Alexandre M. Jacob, Gerard de Nerval; Cela, por supuesto, y hasta Nietzsche. La primera vez que eschuché un grupo de "gansta rap" fue en 1995: una amiga que fue a Nueva York me trajo una cinta de Moob Deep, "Hell on earth". Aquello fue una revelación, similar a cuando escuché por primera vez la Sinfonía n° 3 de Gorecky, la melodía más triste del mundo. Desde aquel día de 1995 comencé a interesarme por la música negra, sus raíces y, más tarde, por su cultura en general. Ayer conocí un acontecimiento luctuoso; el fallecimiento del actor Michael K. Williams. Estoy casi seguro de no haber visto ninguna de sus series o películas, únicamente reconozco su nombre, así como su rostro, a raíz de verlo en publicaciones de terceros: deportistas, raperos, o junto a Spike Lee, a quien sigo religiosamente en Redes Sociales. Siempre es trágica la muerte de alguien joven o, como en su caso, relativamente joven; pero lo que me ha conmocionado de este trágico acontecimiento es la causa de la muerte; según diversos medios de comunicación: sobredosis. Nada más ver la noticia me he acordado de Prince, Michael Jackson y, también, del recientemente fallecido DMX. Si K. Williams. hubiese fallecido de cáncer o de un ataque al corazón mientras paseba felizmente a su perro por Central Park, yo no estaría escribiendo sobre él; pero la sobredosis es el denominador común de todas las estrellas arriba mencionadas; lo cual me conduce a la siguiente pregunta: ¿Es la vida un error, o somos nosotros, esencialmente casualidades fatídicas, su único error?

Jesús de la Palma

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