Circo

Lo único que veo esporádicamente en la televisión son los documentales nocturnos de La 2, cuando no me vence el sueño, First dates y, también, de cuando en cuando, consciente del proceso de embrutecimiento al que voy a ser sometido, las noticias de La 1. Anoche, tras finalizar First Dates, comenzó Todo es verdad, capitaneado por Risto Mejide, pero no duré frente a la pantalla más de cinco minutos. Además de la falta de interés que mostré ante el tema a debatir, la cancelación y de nuevo reapertura de contenido para adultos en OnlyFans, no termino de creerme la pose de Risto Mejide, gafa oscura de perdonavidas icluida. Si me dedico a él por un momento es por su aura de credibilidad, aceptada por el gran público, que le ha otorgado la potestad de dictaminar lo que es verdad y lo que no respaldada con una cuota de pantalla nada desdeñable. Cualquiera podría pensar, con los datos en la mano, que Risto es un mago de los números y un genio de la comunicación, yo mismo he llegado, tiempo atrás, a esa conclusión; hoy, sin embargo, se me antoja más como una caricatura televisiva. Tras lo dicho, no dejo de ser consciente de que atacar es fácil, no así atacar bien, con argumentos; por lo tanto, me siento con la obligación de aclarar que no pretendo lanzar una diatriba cotra Risto Mejide, puesto que reconozco la dificultad de dirigir un programa de televisión, más o menos independiente, ante cientos de miles (según la cuota de pantalla de anoche: 478.000 espectadores), y no olvido que tuvo la deferencia de entrevistar, en su día, a Escohotado; si a todo esto le sumamos que el programa tiene que competir con la serie de Antena 3, la película de acción de La 1 y no sé que guirigay de Telecinco, la cosa tiene su mérito; pero no deja de ser preocupante que el caso de José Luis Moreno o la controversia de OnlyFans se le presenten al gran público como asuntos de absoluta trascendentalidad. En fin, y como de costumbre, ¡nada nuevo bajo el Sol! Ya lo advertía Juvenal en el siglo I: "Desde hace tiempo —exactamente desde que no tenemos a quien vender el voto—, este pueblo ha perdido su interés por la política, y si antes concedía mandos, haces, legiones, en fin todo, ahora deja hacer y solo desea con avidez dos cosas: pan y juegos de circo".

Jesús de la Palma

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