Depende

Que todo lo relativo es relativo, ya lo dice la canción: "Depende, todo depende, de según cómo se mire, todo depende". Esa relatividad del relativismo pareciera una deducción silogística, pero en realidad no es sino un trabalenguas argumental; de inapelable conclusión, desde luego. Esa relatividad del relativismo es lo que hace que la vida, la pesada carga vital, roce esa levedad de la que Milan Kundera nos habla en su obra magna. Y es que los extremos se rozan y la vida es un lazo. Uno, desde luego, no puede ir diciendo por ahí que todo es relativo y quedarse tan a gusto, sin más, pensando que ha sentado cátedra, puesto que antes que él, ya han venido a este mundo una ristra de señores muy inteligentes, que se hacen llamar a sí mismos filósofos y que han elaborado complejísimos sistemas de pensamiento. Si uno, por tanto, quiere sentar cátedra diciendo que todo es relativo, primero deberá desarrollar un sistema de pensamiento que lo demuestre. Yo ni soy filósofo ni mente lúcida siquiera; ni poeta ni literato ni nada que tenga que ver con el arte o la sapiencia; a lo más, aprendiz de sastre; digo sastre porque con las palabras también, y sobre todo, se hacen trajes, y yo hago trajes de diario para vestir la realidad que me circunda. Yo soy, y está feo hablar de uno, pero a veces, como ejemplo de imperfección, se perdona el pecado, y es este el caso; un ejemplo de relatividad emocional, porque en mí poca razón se encuentra, y lo que hay de más en mí, que son emociones, dependen de si hay o no equinoccio, y por eso, por mi perenne ambivalencia, entiendo la vida como un haz de posibilidades o imposibilidades; un claro ejemplo, pues, de la relatividad del relativismo, porque, como dice la canción: "Depende, todo depende, de según cómo se mire, todo depende".

Jesús de la Palma

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