De don juanes y más...

Una vez superada la pulsión sexual de la juventud, y ya en edad madura, veo a las mujeres con otros ojos: ahora soy capaz de admirar su arte y entender sus ideales. Yo nunca he sido un ligón, porque para serlo hay que tener mucha sangre fría, y labia también, y yo solo tengo de esto último, y eso, a la hora de ligar, es como estar cojo y pretender llegar el primero a la meta. A mí siempre me han gustado las mujeres, pero ahora, por la edad y las circunstancias, he dejado de competir; ya no es prioridad en mí querer gustar puesto que tengo a quien gustar. En la época de juventud, quería lo que no podía tener, esto es, mujeres; no tenía, al menos, todas las que yo, como cualquier otro joven, hubiera deseado. Cuando yo era joven veía a las mujeres como un medio, no como un fin: eran el medio de satisfacer, aparte de mis impulsos más primarios, mi insaciable deseo de felicidad. Yo no he estado con muchas mujeres, fui un joven de novias, y a excepción de alguna relación esporádica, siempre he tenido novia formal. Cuando digo que hoy soy capaz de admirar su arte quiero decir que me he desembarazado de esa lacra que suponen las costumbres y caracteres de mi tiempo, las cuales me hicieron creer que los hombres eran más fuertes que ellas y que debían adoptar una pose alejada de cualquier muestra de emotividad; en cuanto a sus ideales, qué decir: siéntate en una mesa rodeado de mujeres y la vida te rodeará con sus brazos.

Jesús de la Palma

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