Apagón

Se va la luz, salgo al balcón y veo a los demás vecinos como yo: móvil en mano con la linterna encendida. "El corte es general", me digo. Vuelvo a la cocina, mi mujer y yo estamos cenando; ella se decide a mirar Twitter. "¿Para qué?", le pregunto. Me dice que escribiendo el nombre de la ciudad acompañado del Hashtag puede que nos enteremos de algo. Asiento. Entra, y nada, nadie habla del apagón. "Es tendencia en España #RocíoMentira12 y #RocíoVerdad12", me dice, en alusión al duodécimo programa que dedica Telecinco al "caso Rociíto". Continúa: "Setenta mil personas están tuiteando sobre esto". Vuelve la luz, terminamos de cenar, ella ha preparado la cena y a mí me toca fregar los platos. Se levanta, se dirige al sofá, se sienta; se dispone a corregir unos exámenes mientras escucha el debate sobre Rociíto en Telecinco, porque el humano, ante todo es humano, y le interesan las cosas de humanos, sobre todo si son desdichas, y más aún si los afectados son del mismo género, porque, como decía Stig Dagerman: "Nuestra necesidad de consuelo es insaciable".

Jesús de la Palma


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