Mi padre acude a cobrar su pensión y la cajera le comenta que hoy solo abriran parcialmente, ya que cerrarán dos horas como signo de protesta por la inminente oleada de despidos. Mi padre no es usuario de Internet y se muestra algo confuso: "Me voy a cambiar de banco", me dice, visiblemente enojado. Pero no intuye que esto es algo endémico, propio del sistema bancario, independientemente de la entidad. Nada más colgar pienso en su época, en la de mi padre, donde pocos podían acceder a la educación universitaria; hoy, sin embargo, las universidades funcionan como empresas formativas que vomitan desempleados; mientras tanto, en los medios de comunicación impera el discurso único, sin mencionar, o acaso de pasada, el trasfondo de la situación; en no pocos casos, en un alarde de cinismo, se atreven a hablar de la ya visible recuperación económica.

Jesús de la Palma

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