Gracias a los anarquistas de finales del siglo XIX y principios del XX se consiguió mejorar las condiciones de vida y laborales de muchas personas en el mundo, liberar a miles de familias de condiciones de vida que hoy consideraríamos infrahumanas; hoy, como antes, en el imaginario colectivo, el anarquismo suena a terror y a caos; suena a los que los poderes fácticos quieren que suene. En cuanto a los negacionistas, estimo que son una facción de pensamiento necesaria frente a los covidianos, como los denomina la RAE, ya que en este orwelliano cambio de orden mundial favorecido por la pandemia,  resistirse al "partido", al pensamiento único, es, en muchos casos, un acto desesperado para conservar la cordura. En palabras de Pilar Urbano en una reciente entrevista: "No soy negacionista, pero se nos ha querido convertir en una manada temerosa".

Jesús de la Palma

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