Eterna juventud

Leo en la introducción de "La conquista de la felicidad" que Bertrand Russell, con sus "Ensayos impopulares" se convirtió, al final de su vida, en el viejo más popular entre los jóvenes; acto seguido pienso en el viejo Cioran, también adorado por los jóvenes; a continuación me pregunto: ¿hay una meta más noble, más loable? Más adelante, en la misma introducción, su autor, José Luis L. Aranguren, cita a Russell: "En la adolescencia odiaba la vida y estaba continuamente al borde del suicidio, del cual, sin embargo, me abstuve por el deseo de saber más matemáticas". De modo que hoy, que se ha llegado a automatizar, peor aún, a mercantilizar el amor a la vida, seamos, más que nunca, suicidas de vocación, seamos russellianos, cioranescos: etérnamente puros, etérnamente jóvenes.

Jesús de la Palma

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