De nuevo en el aeropuerto. Dentro, fauna aeroportuaria, bastantes ricos, por cierto. ¿Envidia? Ya no, a mi edad, ni muy viejo ni muy joven; definitivamente, no. Sí siento curiosidad. ¿Cómo serán sus vidas? En la cola para el mostrador, por unos minutos me he librado de una cola monumental, justo después de mí han aparecido dos equipos (femenino y masculino) de futbol; del Sevilla F.C. (no sé qué categoría) y un alubión de gentes después. Justo delante de mí, dos señoras, me entero por la acompañante (que no viaja con ella) que la viajante padece Alzheimer. En el control de pasajeros, ya sola, sigue delante de mí. Trato denigrante por parte de los guardias de seguridad. "Está persona padece Alzheimer, se ve claramente", le espeto a uno de ellos, visiblemente molesto. "¿Es usted su acompañante?", me pregunta. Respondo que no, y le explico que he escuchado en la ventanilla a la persona que la acompañaba. "Esta mujer no debería viajar sola", replica.

Jesús de la Palma

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