Wolfgang Streeck, "Comprando tiempo".
"Desde finales de la Segunda Guerra Mundial el salto más dramático de endeudamiento se produjo después de 2008. (...) Los bancos que cayeron en dificultades se las ingeniaron para presentarse a sí mismos como demasiado grandes para caer, y por esta razón debían ser salvados políticamente. (...) Al actuar de este modo, sacaron partido del miedo de la gente y de los gobiernos respecto de un colapso de la economía real, y abrieron así el camino para un costoso rescate keynesiano. (...) Así, se hizo creer que este salvataje era necesario para evitar el empobrecimiento colectivo".
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