A todas aquellas pobres gentes que aún se preguntan para qué sirve la filosofía, y la desdeñan como materia menor, o incluso insignificante, inservible; cómo no, desde el más absoluto desconocimiento, habría que remitirlos a la lectura de Vigilar y castigar, de M. Foucault, para que comprobaran que, gracias a filósofos, legisladores y humanistas, hoy no se condena a los pobres, subyugados desde la cuna al hambre y la desesperación, a la horca o la guillotina; al escarnio y las más atroces torturas.

Jesús de la Palma

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